El primer CLS de Mercedes-Benz supuso la interpretación, de que los sedanes de techo bajo y pilares C tendidos eran preciosos. Le llamaron cupé de cuatro puertas, pero en cierto modo no fue más que la visión moderna del sedán deportivo clásico, mientras el gigantismo y la crossover-obsesión se adueña del resto de parcelas del mercado.
Al CLS de primera generación le relevó una nueva entrega bastante más barroca y recargada, con un morro más elaborado, pero también más pesado que no terminaba de encajarnos a la vista.
El frontal recibe nuevos grupos ópticos con tecnología LED para todas las funciones. Se reinventan los paragolpes de manera mínima y sutil, mientras que se pasan a ofrecer nuevos paquetes AMG de acabados para que los clientes puedan personalizar más sus coches.
El habitáculo también recibe pequeñas mejoras que hay que buscar, como el volante o la pantalla del sistema de info entretenimiento de ocho pulgadas.
La oferta mecánica estrena un nuevo modelo de acceso a la gama, con el nombre de CLS220 BlueTec, un diésel de 2,1 litros con 170 caballos de potencia y unos generosos 400 Nm de par máximo. También hay un nuevo bloque de gasolina para el CLS400, con un V6 de tres litros ofrece 333 caballos de potencia máxima con 480 Nm de par.
Otra novedad técnica es la llegada de la caja de cambios 9G-Tronic de nueve relaciones, que estará disponible en los CLS 220 BlueTEC, CLS 250 BlueTEC, CLS 350 BlueTEC y CLS 500. También encuentran su lugar nuevos sistemas de ayuda a la conducción y la seguridad, como el sistema de frenada automática en caso de detección de posible colisión.
Los equipamientos tecnológicos, como los faros LED autoadaptativos se integran ahora en la lista de opcionales. Estos pueden ofrecer luces largas continuadas, sombreando y oscureciendo sólo aquellos diodos LED que podrían deslumbrar al tráfico circundante, con lo que se mejora la visibilidad absoluta sin molestar al resto de usuarios de la vía.