La estrategia de Red Bull de tratar de invalidar la sanción impuesta al coche de Daniel Ricciardo por exceder el caudal instantáneo máximo de combustible durante el Gran Premio de Australia ha sido infructuosa. El Tribunal de Apelaciones de la FIA ha considerado inválido el argumento de Red Bull y ha ratificado la citada sanción.
Red Bull alegaba que las directivas técnicas no tienen valor legal dentro de las regulaciones de la FIA. Y es que es a través de estas directivas que el equipo acabó sancionado. El equipo mostró quejas por el caudalímetro que le tocó usar en Australia en la jornada del viernes. En la jornada del sábado probó otro, pero las medidas eran inconsistentes, por lo que ni los comisarios técnicos ni el equipo dieron por buenas sus lecturas.
Red Bull recibió entonces la orden de utilizar el sensor probado el viernes, pero el equipo decidió obviar las medidas de dicho sensor y emplear un sistema de medida propio, algo que se puede hacer sí y sólo sí los comisarios técnicos así lo aprueban. Pero como esta última condición queda reflejada en una directiva técnica, y no en el reglamento, Red Bull se lo saltó a la torera.
Sea como sea, el tribunal de apelaciones considera probado que Red Bull excedió el caudal instantáneo máximo repetidas veces durante el Gran Premio de Australia, independientemente de la polémica de los sensores, y en virtud de ello confirma la sanción.
De haber llegado a un dictamen distinto, el agujero legal que se abría era realmente preocupante, pues los equipos podrían pasar a emplear sistemas de medida de caudal propios sin necesitar del consentimiento de los comisarios, por quedar esta parte de la regulación al amparo de una directiva técnica. Y claro, no sería muy de fiar que fueran los propios equipos los que dieran las lecturas instantáneas de caudal de combustible.
